Busto del Hombre de Neandertal

Por Marina Laura Sardi, Universidad Nacional de La Plata

[leer en inglés]

Este busto está inspirado en el fósil hallado en 1856 en la cueva Feldhofer, en el valle del Neander (Alemania). Es uno de los primeros ejemplares de Neandertal y comenzó a representar en el imaginario del siglo XIX al Hombre de las Cavernas. Este fósil – fragmentos de calota, con un gran desarrollo del torus supraorbitario, y fragmentos de huesos postcraneales- intervino en la primera controversia en torno de la evolución humana en la que intelectuales transformistas confrontaron a quienes adherían al creacionismo y al catastrofismo. Los primeros interpretaban en este espécimen una raza anterior a la de los germanos y celtas; los segundos, un individuo moderno que sufría alguna enfermedad física o mental que había dejado marcas en su cráneo.

Según Brian Regal (2004), las imágenes acerca de la vida en la prehistoria tuvieron una inmediatez y un poder que las rocas y los fósiles no lograron. Por eso, los museos incorporaron representaciones visuales -científicas o pretendidamente científicas- sobre la evolución, como  esculturas, dibujos, pinturas y dioramas, surgidos a veces en los propios espacios del saber, o en espacios más vinculados a la cultura popular. Estaban destinados a satisfacer el interés de un público curioso por conocer aquello que estaba distante en el tiempo y en el espacio. Judith Berman (1999) sugiere que en torno del Hombre de las Cavernas se construyó una historia iconográfica en donde características como el cabello largo y salvaje y el cuerpo peludo fueron un significante visual que constituyeron a nuestros ancestros como “No nosotros” o “No del todo nosotros” y a dicho significante se le asociaron connotaciones de primitivismo, comportamiento animal, amoralidad, perversión y locura; cualidades atribuidas también al mundo natural. El individuo representado en el busto, además del cuerpo hirsuto, tiene el ceño fruncido, ojos enrojecidos y muestra sus dientes, señales asociadas a la agresividad y enojo.

Esta escultura (54,6 cm de altura) se encuentra conservada en la División Antropología del Museo de La Plata (Argentina) y estuvo durante décadas exhibida junto a otros moldes de yeso en representación del Hombre Fósil. Era vendida a fines del siglo XIX por el Ward’s Natural Science Establishment de Rochester (Estados Unidos) con un precio de 7 (blanca) a 8 (bronceada) dólares. El texto de promoción en el Catálogo de venta indicaba: “Este busto es una restauración ideal, basada en el famoso ‘cráneo Neanderthal’, hallado en 1857 en Neanderthal, cerca de Dusseldorf, Rhenish Prussia. El Prof. Huxley dice del cráneo: “Primero, que su extraordinaria forma es debida a una conformación natural que hasta ahora no se sabía que existía, aún en las más bárbaras razas. Segundo, que pertenece a un período antecedente al tiempo de los celtas en Alemania y fue con toda probabilidad derivado de una raza salvaje del noroeste de Europa. Tercero, que es sin duda fácil de ubicar en un período en que el diluvio todavía existía.” En un esfuerzo por representar al Hombre primitivo, este busto es de interés para los arqueólogos, y encuentra un lugar apropiado en una caja o gabinete de reliquias arqueológicas.” (p. 77).

Bibliografía

Berman, Judith C. 1999. Bad Hair Days in the Paleolithic: Modern (Re)Constructions of the Cave Man. American Anthropologist. 101(2): 288-304.

Regal, Brian. 2004. Human evolution. A guide to the Debates. Santa Barbara, California: ABC-CLIO, Inc.

Ward’s Natural Science Establishment, inc. 1893. Catalogue of human skeletons, human and comparative anatomical models, botanical models, busts and masks. 6th ed. Rochester, N.Y.: Ward’s Natural Science Establishment.


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Nathalie Richard (August 30, 2021). Busto del Hombre de Neandertal. SciCoMove — Scientific Collections on the Move. Retrieved May 18, 2025 from https://doi.org/10.58079/twrj


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